martes, 10 de junio de 2008

MUERTE EN VIDA DE LOS ESCRITORES

¿De qué vivirán los escritores cuando los libros sean digitales?

Por JUAN VARELA (SOITU.ES)
Actualizado 08-06-2008 12:22 CET

MADRID.- En el futuro digital de la gratutidad, ¿de qué vivirán los escritores y editores? Los editores están tranquilos por ahora. Con sólo un 9% de los libros vendidos en formato digital, hay negocio en papel para rato. Pero no está mal preguntarse por dónde va el futuro del libro y la edición cuando los libros sean digitales y se comiencen a distribuir gratuitamente por la red ahora que Madrid celebra la mayor Feria del Libro de España.

El columnista Paul Krugman se pregunta en The New York Times de qué vivirán los autores y los editores si triunfan los libros digitales. Krugman acepta la aserción de Esther Dyson de que la propiedad intelectual se distribuirá gratuitamente para vender servicios y relaciones. Es lo que está ocurriendo con la música, con el software y afecta hasta a la venta de teléfonos móviles, obligados a bajar los precios para atraer a usuarios de telefonía.

Pero si triunfan los e-books y la copia digital hace al libro lo que a la música o el cine, ¿de qué vivirán autores y editores? A Krugman le parece que no tienen el tirón de las estrellas de la música para vender todo tipo de productos de marketing. ¿Te imaginas el merchandising de Agustín Fernández Mallo, Enrique Vila-Matas o Carlos Ruiz Zafón?

Krugman, no. Yo, sí. Pero también a Krugman le gusta el Kindle de Amazon y a mí no me parece el iPod de los libros. Ni de lejos. Porque es feo (feísimo) frente a la experiencia agradable de los libros, porque te ata a un distribuidor y porque su conectividad sólo sirve para estar en contacto con la tienda. ¡Si hasta te quieren cobrar por leer blogs! No, lo siento por Francis Pisani, pero Kindle no sustituirá a los libros de papel.

Los libros tienen vida y negocio más allá de la venta de ejemplares. En España no es habitual, pero en Estados Unidos o Gran Bretaña las giras de algunos autores son un éxito de público y los clubes de lectura, los cursos de escritura creativa y los festivales tipo Hay son un acontecimiento. Tanto que este último se ha exportado ya a España con éxito en Segovia y Granada. ¡Y con precio de entrada!

Pero además está la televisión, esa máquina pagadora de entrevistados y tertulianos, los blogs con publicidad y promoción, etc. ¿Por qué no pueden ser los escritores estrellas mediáticas como las del pop o el cine? Lo pueden ser y hay una oportunidad de negocio en el mercado de la visibilidad del que hablaba Dyson.

Entretanto, la industria editorial está más pendiente de la caída de la venta de libros que de los sustitutos digitales. En el año 2006 sólo se vendieron el 68% de los libros editados frente a un 72% el año anterior y un 83% en 2003, cinco años antes. La saturación comienza a ahogar y cada vez cuesta más hacerse con un hueco en los escaparates de las librerías, mediáticos o virtuales para colocar títulos y autores. Son las servidumbres del mercado de la atención.

Hay un futuro todavía para la venta de libros, pero el negocio de los libros digitales seguramente ya no dependerá sólo del valor de la obra. También, y mucho, de la capacidad de atención y espectáculo de la figura de los autores, de la maestría promocional de los editores y de nuevos modelos de comercialización que no obliguen a los futuros libros digitales a venderse por debajo del precio de coste, como hace ahora Amazon con la mayoría de los títulos disponibles para Kindle.

Seguramente el futuro del negocio de los libros también estará en la publicidad, como un soporte más cuando todos los medios son bits, en la capacidad de los autores para concitar la atención y en su poder de vender imagen y merchandising; en una economía de la atención donde ya no compiten sólo con los otros escritores, sino con el tiempo que los consumidores dedican a otras estrellas de la era hipermoderna. Y para los oscuros, para esos que sólo unos pocos siguen o que sólo el tiempo convierte en estrellas, para esos más les vale que los nuevos paradigmas de la edición funcionen y que siga existiendo un mercado de pago para los contenidos.

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